El 30 de agosto se producirá el debate de la investidura de Mariano Rajoy. Mientras llega el momento, Pedro Sánchez disfruta de sus vacaciones en Ibiza, lugar que ha elegido para relajarse y recargar pilas para el nuevo curso político. De esta manera el líder socialista regresa por segunda vez durante este verano a la isla pitiusa.
Ya estuvo allí el pasado 9 de julio, donde pasó también unos días de relax en el Hotel Rural Cas Plá, donde ha vuelto a alojarse una vez más. La amistad que tiene con el propietario y, la tranquilidad y privacidad que le ofrece, han sido determinantes para elegir este alojamiento, en una zona montañosa del norte de la isla, como refugio de miradas indiscretas. El hotel tiene 16 habitaciones, entre ellas las suites con vistas al mar con un precio de 301,40 euros por noche.
El Secretario General del PSOE llegaba a Ibiza el pasado jueves 18 de agosto,
alrededor de las seis de la tarde, en un vuelo de la compañía Low Cost Ryanair proveniente de Madrid. Mientras el viernes Sánchez ofrecía una rueda de prensa, donde volvía a repetir públicamente el 'no' a la investidura de Rajoy, ajeno a las presiones del PP y de miembros de su propio partido, quiso desconectar, y por eso disfrutó con su familia y unos amigos de un tranquilo paseo por el pueblo del Puerto de San Miguel.
Tras entrar en un supermercado, donde hicieron la compra, y sacar dinero en un cajero, como cualquier turista, pusieron rumbo al Parque Natural de Ses Salines, donde disfrutaron de un divertido día de playa. Allí eligieron una zona discreta para disfrutar de un chapuzón, en una de las playas más bonitas de la isla.
Sánchez lucía un bañador azul, con el que mostraba que se encuentra en plena forma. En esta ocasión sin gafas ni extrañas y originales gorras en las que camuflarse para pasar desapercibido. Su mujer, Begoña Gómez, eligió un bikini en blanco y negro con una raya rosa, y como su marido, lució una figura envidiable.
La pareja protagonizó una romántica escena al salir del agua cogidos de la mano, mientras sus dos hijas, Ainhoa, de diez años, y Carlota, de ocho, ambas con
bikinis rosas, les seguían por detrás.