Miriam Sánchez ha dado un cambio radical en su vida, y ya no tanto en el aspecto físico después de haberse sometido a una operación estética, sino también en su interior. La que fuera actriz de cine para adultos ha ofrecido una entrevista en la que ha posado en exclusiva con su nuevo cuerpo y ha realizada una serie de confesiones que no dejará a nadie inadvertido.
Pero a parte de lo físico, la madrileña también ha hablado de su vida personal después de su salida de la televisión. Según ella misma ha declarado para la revista QMD!: " Tuve una depresión en 2016. Me trataron y medicaron. Aún sigo en tratamiento. Me desgasté, peté. Familiarmente no me entendieron. Estuve muy sola. Pude acabar muy mal pero estoy aquí. Cuando salí de la tele de una manera injusta, nadie me llamaba. Me sentí utilizada, traicionada y muy decepcionada con todos. Nadie dio la cara por mí, sentí que no tenía amigos ni familia ni compañeros. Eso lo arrastraba y en 2016 me derrumbé".
A partir de esa mala situación que la exactriz vivió, esta decidió no volver a la tele: "No me considero un juguete roto. Hay gente que se desvive por estar en el foco mediático. Yo no. Me han llamado muchas veces para hablar de mí o de otras personas y he sido yo quien no ha querido. Ahora voy estando más fuerte. Me llamaron para 'GH VIP' pero es demasiado intenso. No podría. No debo precipitarme. Ahora soy imagen de la clínica que me ha operado y estoy contenta".
Conforme a sus relaciones sentimentales, del padre de su hija, Pipi Estrada, no ha querido ni mencionarlo. Según ella él quiere hacerse su portavoz y ella no lo va a consentir. Con respecto a Cristo ha hablado más profundamente de los motivos que provocaron la ruptura de la relación y que hicieron que la mente y personalidad de Miriam Sánchez también dieran un vuelco.
La excolaboradora de televisión ha declarado: "La última etapa con Cristo fue difícil. Él daba mucha importancia al físico y yo estaba harta de ser una esclava de la imagen. No sé quién rompió pero ya estaba muerta la relación. Yo engordé y no quería fama y a él le encantaba la fama. Perdimos el deseo sexual. De cuidarme mucho, hacer deporte, viajar junto a Cristo empecé a abandonarme, a engordar, tuve trastornos alimentarios graves. Me importaba todo una mierda. Me daba unos atracones de comer horribles. Comía como un cerdo y no vomitaba. Dejé de estar atractiva y Cristo se fue ".