El encuentro anual de Kennedy Forum de Chicago se ha convertido en el lugar en el que Michael Phelps ha querido confesarse sobre un episodio bastante turbio de su vida. En este encuentro se pretende sensibilizar sobre los problemas de salud mental, y contó cómo se sintió con la presión de las grandes competiciones: "Tras cada olimpiada caía en un estado terrible de depresión. No quería seguir vivo".
Durante esa mala racha luchó contra la depresión, el la ansiedad e incluso el suicidio: "Yo quería presionarme a mí mismo para ver cuál era mi máximo". En 2008 el deportista olímpico fue pillado por las cámaras fumando marihuana y seis años después fue detenido por conducir borracho. El nadador dijo: "Las drogas eran una forma de huir, de lo que fuera que estaba huyendo. Así que me automedicaba diariamente como una forma de tratar de arreglarme".
Por otro lado, recuerda los Juegos Olímpicos de 2012 como su peor momento: "No quería seguir compitiendo, no quería seguir vivo". Es más, estuvo más de cinco días sin salir de su habitación, sin comer y sin dormir, y su único deseo era dejar de vivir.
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Pero no decayó y fue en ese momento cuando se dio cuenta de que necesitaba ayuda para superar sus problemas depresivos, por eso comenzó a acudir a terapia para hablar tanto de sus frustraciones como de sus sentimientos: " La vida se volvió mucho más fácil y me pregunté por qué no había empezado con esto hace años. Creo que la gente por fin se da cuenta que esto es real y creo que hablar de esto es la única forma de que esto cambie. La gente tiene miedo de hablar y abrirse. Estoy muy contento de no haberse suicidado".