La autopsia, que se hizo pública en diciembre de 2023, confirmó que la muerte de Matthew Perry fue provocada por "los efectos agudos de la ketamina", si bien el forense calificó la defunción como accidental, ya que el actor la estaba consumiendo para paliar la depresión, y no se consideró intervención de nadie más que él.
Un detalle pasó desapercibido. La cantidad de sustancia en sangre que se encontró en el cuerpo de Perry equivalía a la que se utiliza en una anestesia general. El ahogamiento y otros factores de salud mezclados con los efectos de la buprenorfia, primera medicación para el tratamiento a la adicción a los opiáceos, fueron los causantes de la muerte.
Ahora, el forense que examinó a Perry ha rectificado y ha asegurado que el último tratamiento al que se sometió el actor, casi dos semanas antes de su fallecimiento, no explica el alto nivel de ketamina que se encontró en el análisis. La sustancia suele metabolizarse en un margen de horas, por tanto, se abre otra cuestión para las sospechas.
Su exnovia declara que el actor tenía un personal indecoroso
Según la investigación, dos médicos estaban al cargo del tratamiento por trastorno de ansiedad y depresión de Matthew Perry: un psiquiatra y un anestesiólogo, su médico de cabecera. Kayti, la exnovia del actor, aseguró haber sido testigo de cómo Perry tenía un personal "deshonesto" y afirmó que está convencida de que algún sanitario podría haber estado detrás de las altas dosis de ketamina que marcaban en la autopsia del cuerpo.
No es la primera vez que la policía estadounidense reabre una investigación tras la muerte de un celebrity a causa de las drogas, para conocer quienes fueron los que la suministraron. El caso más mediático fue el del cantante Michael Jackson, que falleció en 2009 a causa de una dosis letal de propofol, una sustancia anestésica utilizada en procedimientos quirúrgicos. Finalmente, su médico Conrad Murray quedó imputado por homicidio involuntario en 2011.