A punto de cumplirse dos meses desde el nacimiento de la hija de Ion Aramendi y su mujer María Amores, la periodista ha explicado en sus redes sociales que tiene que ser operada tras su complicado parto. El motivo es una diástasis abdominal, una afección muy común en mujeres embarazadas que provoca que los músculos del abdomen no se recoloquen debidamente y se quede un abultamiento en la tripa de las mamás.
En el caso de María Amores, su diástasis requiere de intervención quirúrgica. La redactora, guionista y coordinadora de castings ha mostrado con toda la naturalidad del mundo, a través de su instagram, cómo se le ha quedado el vientre tras el parto. "Parece que sigo embarazada...No se me quita. No tengo 25 años, tengo 45", ha explicado bromeando la periodista. Ha presentado la diástasis como un nuevo miembro de la familia y ha contado que su intención es operarse dentro de un año, puesto que no corre prisa.
Mientras espera a que llegue el momento de operarse, la periodista continúa con su rutina. Disfruta de su familia, pero también de planes más románticos y a solas con su marido, el presentador de Mediaset, Ion Aramendi. El último plan juntos ha sido asistir a un concierto del grupo de rock canadiense Aarcade Fire, en el Wizink Center de Madrid. Con sus hijos, ambos progenitores disfrutan de paseos en familia aprovechando estos días en los que el curso escolar está recién empezado.
Una familia feliz
La familia está muy unida, y a los padres se les cae la baba con la bonita conexión que se ha creado de manera totalmente natural entre la recién nacida y sus hermanos mayores, de once y cinco años. Están muy pendientes de la niña y no paran de mimarla, una relación que a María Amor le recuerda mucho a la que tenía con su hermana, con la que se lleva nueve años.
Atrás se han quedado ya esos momentos complicados que la pareja vivió durante el parto de Marieta, la benjamina de la familia, en el Hospital de La Paz, en Madrid. La propia periodista explicaba que, tras el parto inducido tuvieron que hacerle una cesárea que le obligó a quedarse dos días en reanimación, sin comer ni beber, con muchas vías, transfusiones de sangre, oxígeno y morfina. Afortunadamente, tanto la madre como la hija salieron ilesas de aquel momento y, aunque ahora a la madre le haya quedado esta secuela, tiene fácil solución.