El hijo de Naty Abascal se ha marchado a la isla de Tavira, en Portugal, con ella durante este momento tan delicado en su vida.
Luis Medina se encuentra en un momento muy complicado, acaparando titulares día sí y día también, y no precisamente por cosas positivas, sino todo lo contrario. El empresario deberá declarar ante el juez el 25 de abril de 2022 por un presunto delito de estafa, falsedad documental y blanqueo de capitales, después de que se haya visto envuelto en un escándalo por la venta de mascarillas al Ayuntamiento de Madrid.
Además, el fiscal le pidió al juez el pasado 18 de abril que le impusieran una fianza de casi 900.000 euros. Lo cierto es que a pesar de que su entorno asegura que se encuentra tranquilo pese a todo, ha querido alejarse del foco, marchándose primero a Marruecos y después a Portugal, donde se ha refugiado en su madre, Naty Abascal. Ha sido la revista Diez Minutos la que ha compartido en su portada una imagen de madre e hijo paseando por la isla de Tavira, y lo hacen los dos con un claro semblante serio, reflejo de las preocupaciones del momento. Está claro que no están disfrutando de dicho lugar como en ocasiones anteriores
Por otro lado, según aseguraron en el programa 'Socialité', Naty Abascal se encuentra destrozada por todo lo que se está diciendo sobre su hijo. "Tiene miedo a revivir fantasmas del pasado. La relación con Luis no es que se haya resquebrajado, pero se ha resentido. Ella tiene miedo de que, de nuevo, su apellido, su nombre, su imagen y la de sus hijos vuelvan a estar en el foco, como en el pasado lo estuvo por el Duque de Feria", decían desde el espacio. ¿Dónde está el dinero?
Una de las personas que parece mantenerse al margen del asunto ha sido su hermana, Rafa Medina, que no se ha pronunciado al respecto. "Yo sé que he perdido el juicio mediático, pero el que me interesa es el judicial", dijo Luis Medina a ABC, asumiendo que su imagen claramente está ensuciada. El hijo de Naty recibió casi un millón de euros como comisión y el pago se hizo a través de la empresa de Malasia que fue la que vendió las mascarillas al Ayuntamiento de Madrid, pero lo cierto es que a pesar de esa millonaria comisión, sus cuentas se encuentran en números rojos, y en una de ellas tan solo tenía 247 euros, algo que llama mucho la atención, porque no se sabe dónde está el resto del dinero.