En cuanto al pelo, el dueto no dejó meter la tijera, pero sí que hubo un cambio de color y de peinado con el que se mostraron muy contentas. Fue durante el proceso de transformación cuando las hermanas hablaron sobre el mal momento por el que está pasando su carrera musical y confesaron que tuvieron que poner a la venta algunos de sus vestidos de flamenca para poder obtener algo de dinero.
Los trajes se pusieron a la venta en Instagram y sus precios rondaban los 130 euros. Desgraciadamente, el negocio no les fue muy bien, ya que desde que empezaron en octubre solo consiguieron liquidar un mantón por la cantidad de veinte euros.
Sin rastro del mercadillo
Hartas de las especulaciones, las cantantes publicaron en los stories de Instagram un encolerizado texto en el que revelaban la difícil situación que están viviendo: "Estamos hasta el mismísimo coño de tener que dar explicaciones a la gente. Nosotras nunca preguntamos nada a nadie, cada una lleva su vida como puede o como quiere. Lo único que pedimos es trabajo y creo que eso no es ninguna deshonra. No estamos matando ni haciendo daño a nadie y si queremos vender los trajes de flamenca es porque nos hace falta joder que ya está bien, que ya vale". Un lamento desesperado de dos hermanas que luchan por salir adelante entre las críticas de los demás.