El viudo de Doña Cayetana, Eugenia Martínez de Irujo, su hija Cayetana y los mellizos Luis y Amina han sido los más desconsolados en el funeral de la Duquesa de Alba.
La muerte de la Duquesa de Alba ha puesto de manifiesto que sus hijos se han vuelto una piña. Pero no solo ellos, sino que también se ha visto el cariño que los Alba tiene hacia Alfonso Díez, tercer y último marido de Doña Cayetana, con quien vivió con gran felicidad los últimos años de su vida, tres de ellos como matrimonio.
La sintonía entre Alfonso Díez y el Duque de Huéscar es manifiesta, tanto que incluso el primogénito de la Duquesa de Alba ha elogiado en público al funcionario. Con Cayetano y Eugenia Martínez de Irujo también se lleva muy bien, ya que pese a su gran oposición al principio a la relación con su madre, finalmente congeniaron.Todo ello se vio en el funeral de la Duquesa de Alba, celebrado este viernes a mediodía en la Catedral de Sevilla. Allí se pudo comprobar lo desolado que se encuentra Alfonso Díez, que sigue sin creerse que Doña Cayetana se haya ido, y no ha parado de llorar, como también lo han hecho el Duque de Húescar, la Duquesa de Montoro, Genoveva Casanova y los nietos pequeños, mientras que el resto han estado más enteros.
Los Alba son una piña
Fueron muchos los gestos de cariño, aunque lo que más llamó la atención es cuando al final de la misa funeral, Alfonso Díez y Cayetana Rivera, hija de Eugenia Martínez de Irujo, se fundieron en un largo abrazo, un modo de consolarse mutuamente en uno de los días más duros de su vida.
Otros gestos que se han visto vinieron de la mano también de Cayetana Rivera, que también rompió a llorar en más de una ocasión, aunque se mostró fuerte para arropar a su madre, que estaba inconsolable. Tan abatida se encontraba, que Jacobo Siruela abrazó a su hermana de camino al funeral.Cayetana Rivera también estuvo cerca de sus primos mellizos, Luis y Amina. Si bien fue Amina quien al principio estaba más triste, finalmente Luis, que incluso portó el féretro de su abuela, terminó rompiendo a llorar, siendo consolado por su padre, Cayetano Martínez de Irujo. En los momentos más duros, los Alba son uno.