"Vamos a mis nueve años, me seleccionaron para participar en un programa de televisión y conseguí llegar segunda. Llegué con el premio para compartirlo con todos mis compañeros y cuál es mi sorpresa que, en vez de suponer una alegría, en el momento en el que cruzo la puerta de clase nadie me hablaba de repente. Me encontré con una situación que no entendía y me preguntaba qué había hecho mal", contaba.
Tras esto, añadía: "Intenté hablar con varios compañeros, nadie me responder, la única persona que me dio una explicación fue mi compañero de mesa que me dijo 'no me hables que me vas a provocar un problema'. Recuerdo irme a casa muy triste, no entiendes nada, eres una niña, vas ilusionada, compartes algo que es especial y tus compañeros te reciben así. Recuerdo calmarme para que mis padres no notasen nada porque ¿qué les explicaba? Al día siguiente volví a casa y volvió a pasar lo mismo".
La situación fue empeorando a medida que pasaban los días: "La cosa fue a peor, fue física, recuerdo estar en el patio del colegio y recibir balonazos, recibí pedradas, una vez me pegaron un chicle en el pelo y que me siguieran hasta el portal de mi casa con insultos por detrás era bastante común. Con 9 años piensas que en algún momento se cansarán". Sin embargo, una situación en su casa complica las cosas: "Un día estoy en casa y sin querer descubro una noticia por teléfono de mi madre y mi tía, era una cuestión de salud y se me cae el mundo al suelo".
Momentos durísimos para ella
Lara Álvarez ha continuado explicando lo vivido: "Se me juntan cosas que emocionalmente no puedo gestionar siendo niña. El sitio más hostil que era para mí, que era el colegio, me encierro en el baño, me pongo a llorar y entra una compañera de clase, una de las dos que lo habían movido todo, y me dice que qué me pasa. Me dijo que se habían portado muy mal conmigo, que hiciéramos las paces y se lo conté. La noticia era algo que a mí me rompió y de repente tenía una mano amiga. Llego a clase y desde la otra punta la niña lo cuenta gritándolo a toda la clase. Me rompo, empiezo a llorar en clase y ahí el mundo se para".
Cambio de colegio y nueva vida
Lara Álvarez ha contado que cambió de colegio pero las cosas no fueron como deberían ir: "La única salida que unos padres ven en ese momento cuando tampoco tienen apoyo es cambiar de colegio pero mi madre en ese momento le dio la vuelta a todo esto y decide invitar a toda la clase por mi cumpleaños menos a las dos niñas que lo hicieron todo. El día de mi cumpleaños no vino nadie. Llega el verano, respiro un poco, nuevas ilusiones, nuevos compañeros, nuevo cole y cuando cruzo la puerta de mi clase veo a una de las dos niñas que habían comenzado mi trama del bullying".
"Me empezaron los ataques de ansiedad, los dolores de tripa, de cabeza. Al segundo día que llego a clase veo a esta niña con otras tres esperando en la puerta y cierro la puerta del coche y me quedo. Me rompí a llorar, me dio un ataque de ansiedad y en ese momento me cambia totalmente la vida", relata emocionada. Sin embargo, consiguió salir adelante: "Llega un señor, el jefe de estudios de mi colegio, se acercó muy calmado y me dijo 'mira Lara, nosotros podemos poner todos los medios, podemos castigar a esta niña, tener medidas muy duras, pero hasta que no entiendas que el límite lo tienes que poner tú, esto te va a perseguir toda la vida'".
"No cambia la situación en el momento en que te dicen esto. Daba vértigo. Nunca me había enfrentado a alguien verbalmente, con un 'basta'. En el momento en que das tu golpe en la mesa y le dices a la otra persona directamente las cosas es la otra persona la que se queda aislada, la que de repente se siente débil, ya no tiene fuerza, se queda sin un discurso para poder tirar de la gente. Cuando descubres al cobarde que hay detrás del acosador se deshace todo", concluía.