Muy enfadado
Ahora ha contado en su blog una anécdota que le ocurrió cuando fue a comer con su pareja Paco (al que llama P.) a uno de sus restaurantes favoritos, un asiático ubicado en un hotel de Madrid. Tenían un buen recuerdo de aquel lugar, pero se le atragantó al encontrarse con unos cuantos niños ruidosos que le amargaron el almuerzo.
"Nos encontramos con una mesa en la que hay dos o tres chiquillos que no paran de dar por saco. Chillan, cantan y arman bulla ante la impasibilidad de los padres. Miro insistentemente hacia esa mesa y P. me pide que no monte el número", señala el presentador, que apoya su relato en la opinión de otro comensal y del propio camarero, que también se quejaron. Finalmente hace una reflexión cargada de razón: "Si decido no ser padre no sé por qué tengo que aguantar a los críos de los demás".