La tinerfella lo hacía, como las veces anteriores, acompañada de Bruno, el gran amigo de Dani Alves, y esta vez evitaba dar ningún tipo de declaraciones a la prensa que se encontraba a las puertas del centro penitenciario, quienes esperaban ver a cualquier otro miembro de la familia del futbolista menos a la modelo.
A pesar de sus duras palabras y la más que evidente decepción y dolor que reconocía sentir Joana Sanz al descubrir que su marido, después de 8 años, podría ser un agresor sexual, esta se prometía a sí misma y también a él que estaría a su lado: "A pesar del daño que me ha causado, sigo estando aquí a su lado. Sigo y seguiré estando, pero de otra forma", decía en este escrito en el que daba por terminada su relación.
Su tercera visita, la primera tras anunciar su divorio
En ella, este se lamentaba por haber perdido al amor de su vida: "En estos difíciles momentos lamento tu decisión y ansío que la vida nos brinde otra oportunidad de volver a amarte", y más aún por unas acusaciones que volvía a negar: "Los hechos de los que se me acusan son ajenos a mí". Unas palabras que lejos de quedarse entre ellos llegaron a la prensa, algo que a la modelo no le gustó nada reaccionando públicamente demostrando su descontento con todo esto. "Pues parece que a uno le va lo de las exclusivas, pero otras siguen siendo finas y elegantes. Seguimos trabajando, mi gente", decía en un vídeo en el que parecía sentenciar las buenas intenciones de Alves con su carta.