Javier Merino, marido de Mar Flores, se encuentra recuperándose ya en casa, tras haber permanecido ingresado durante una semana [/i] en el hospital por malaria de tipo cuatro, denominada plasmodium ovale. La pareja se encontraba en Ibiza cuando Javier comenzó a encontrarse mal y decidieron acudir al hospital Can Misses de la isla pitiusa.
La noticia de su ingreso llegaba en una fecha en la que la pareja cumplía trece años de casados, motivo por el cual habían decidido pasar unos días en la casa que ambos poseen allí. Fue el viernes de la semana pasada cuando, tras llegar a la isla, Merino comenzó a sentirse mal con una fiebre bastante elevada y múltiples molestias.
Las comparaciones de sus síntomas con los del ébola, virus que tiene aterrado a medio mundo, hicieron que la ex modelo mantuviera al margen de lo sucedido a sus hijos y no se separase de su marido ni un segundo.
Flores como agrecidimiento por el trato recibido
Entre todas las especulaciones, se llegó a saber que Javier finalmente contrajo la enfermedad tras uno de sus viajes a Sudán. El empresario suele visitar esta ciudad africana al menos una vez al mes por motivos de trabajo.Aunque, por lo general, Merino suele tomar una medicación específica para evitar este tipo de enfermedades en sus viajes a este país, en esta ocasión no fue así. Sin embargo, el tipo de malaria que padecía era una de las menos frecuentes y, potencialmente, una de las menos peligrosas.
Tras el alta hospitalario, Merino deberá llevar a cabo un reposo exhaustivo durante dos meses para recuperarse del todo. A lo largo de este periodo, se le administrará una medicación fuerte que conlleva bastantes efectos secundarios, según la información que ciertas personas de su entorno han comunicado a Vanitatis.
Como agradecimiento a todo el equipo del centro por la atención recibida durante estos día de ingreso, Mar Flores ha obsequiado a sus trabajadores con un ramo de flores firmado por el propio Merino. Un detalle bastante acertado por parte de la pareja, en un momento en el que Mar llegó a temer por la vida de su marido.