Todo ocurrió la noche del sábado 2 de junio de 2018 en Malibú cuando una preocupada Janet Jackson llamó a la policía pidiendo que los agentes acudiesen hasta el un hotel de la ciudad donde su exmarido, Wissam Al Mana, se hospetada junto a la hija de un 1 años que tienen en común. Según ella, la pequeña podría estar en peligro ante la actitud agresiva que estaba teniendo su padre.
La voz de alarma había sido dada por la niñera, que se encontraba con ellos en el hotel: " Se encerró en el baño para poder contactar con Janet", ya que el de Qatar se estaba comportando agresivamente y temía por la seguridad de la pequeña, según informó Randy Jackson, hermano de la cantante, en una entrevista para E.T. Según comunicaron posteriormente los propios agentes a Entertainment Tonigh, estos acudieron hasta el lugar de los hechos pero se encontraron con una situación bastante calmada y la pequeña no estaba en peligro, por lo que tuvieron que salir del hotel sin tomar ningún tipo de medida, a pesar de las peticiones que había hecho la madre en la llamada.
La pareja se comprometió en el año 2012 y a comienzo de 2017 llegó la primera hija en común, Eissa. A pesar de ellos, en cuestión de un par de meses Janet Jackson y Wisaam Al Mana decidieron poner fin a su matrimonio : "No estaban funcionando como pareja y han decidido tomar caminos separados", informó un amigo de la pareja en su momento.
Un divorcio muy complicado
Pero a pesar de haber transcurrido ya un un año desde la decisión, aún no han llegado a una sentencia firme. El proceso está siendo muy complejo y costoso ya que, en lo que a bienes se refiere, Al Mana cuenta con un patrimonio valorado en 1,07 mil millones de dólares debido a su imperio que controla todo el mercado en Oriente de marcas como Zara, Mango, Hermés o Alexander McQueen. Algo a lo que la cantante no puede equipararse a la hora de llegar a un acuerdo, siendo su patrimonio hasta cuatro veces inferior.