Ahora, semanas más tarde, vuelve a ser titular "el amargo don de la belleza". Así lo bautizan en la revista ¡HOLA! en una entrevista con Jaime Astrain el que reflexiona sobre cómo le afectó su físico a su carrera profesional y como lidia con las críticas a todos los niveles, personales y profesionales: "Creo que llevo bien el tema de las críticas (...) A los hater me los tomo también bien. Si lo piensas, son maravillosos (...) Hay gente que, por desgracia, tiene mucho tiempo y una vida muy poco idílica o maravillosa o afortunada y que su objetivo, para sentirse mejor, es criticar a otras como una forma de autoafirmación. Como si destruyendo al otro les hiciera respirar más fácilmente".
Además sabe que muchas veces esas críticas vienen de gente que critica algo sobre lo que tampoco tiene el criterio o la potestad para opinar: "¿Que me dicen 'feo'? Vale, ¿y qué quieres que te diga? O que eres malísimo jugando al fútbol. Y te lo dice un fulano que no ha jugado fútbol en su vida y que está en casa comiendo Cheetos desde el año 2000. Pero, a ver, ¿qué criterio es ese?". Un ejercicio con el que también intenta ayuda a su pareja, Lidia Torrent: "Con Lidia le intento quitar hierro al asunto porque, por desgracia en este país, las críticas son más duras hacia las mujeres que hacia los hombres, incluso, las propias chicas. Intento ponerlas en contexto y entender por dónde vienen, por qué, qué pretende, qué fin".
"Yo me he dado cuenta después de 35 años que soy agraciado y me ha ido bien en la vida"
Astrain tiene claro que el físico está ahí y que la gente le considera un hombre guapo, pero también tiene claro que eso no es merito ninguno sino la genética: "Mis padres me dieron la cara que tengo. Yo no hecho nada al respecto. Es una circunstancia de la vida porque el físico no se elige", por eso tampoco quiere que sea algo a valorar en él por encima de otras cosas más allá de que le sirve, por supuesto, para hacer trabajos como el de modelo: "No es algo a valorar. Todo lo demás, me lo he currado yo", dice muy seguro.