Fueron muchas las cuestiones que se abordaron durante la conexión, y es que Pantoja llamaba muy calentita al programa con la intención hacerse oír después de tanto silencio. Su principal objetivo era dejar claro que sus hijos eran lo más importante para ella, y que ama a Chabelita por encima de todas las cosas, pero que ha tomado una serie de caminos que la cantante no termina de ver con buenos ojos. "He tratado por todos los medios que tenga una buena educación, y yo no acepto la vida que ha llevado, ese es el problema. Yo no acepto que llegue a las 7, a las 9 o a las 11 de la mañana, y eso lo sabe ella, sabe que le voy a reñir aunque tenga 21 años", argumentó así la tonadillera la principal causa del distanciamiento con su benjamina.
Los colaboradores escuchaban en silencio y muy expectantes las palabras de Pantoja, que en un principio puso como condición que solo quería hablar con Corredera. Lo que no se imaginaba la cantante es que, después de regalar a los medios unos cuantos titulares revolucionarios, una voz familiar, literalmente, también empezaría a sonar al otro lado del teléfono. Eran las 18:35 de la tarde cuando su hijo Kiko Rivera se puso en contacto con 'Sálvame' para pedir a su madre que acabara con la intervención, pero, nada más lejos de esto, el DJ sirvió como excusa para entretener a la sevillana durante la pausa publicitaria. "Estoy aquí", confirmaba la tonadillera cuando el magazine terminó de anunciar a sus patrocinadores.
El discurso de los colaboradores
Las secuelas de la llamada
Como si el equipo de producción de 'Gran Hermano VIP' se hubiera olido la que iba a liar Pantoja, esta edición inauguraron lo que llamaron 'la sala del más allá', una zona de la casa en la que los concursantes pueden, por primera vez en la historia del reality show, contactar con el exterior y recibir algunos mensajes, la mayoría de ellos procedentes de las redes sociales. Como no podía ser de otra forma, Chabelita fue la encargada de estrenar el habitáculo y de leer algunos tuits referentes a la llamada de su madre. Aunque la joven no se terminó de creer los titulares que podían leerse en la gran pantalla, algo muy fuerte se despertó en ella y, desde entonces, recuerda a su madre cada día que pasa encerrada en Guadalix de la Sierra. "Te quiero decir que me haces mucha falta. Siento no haber podido hablar contigo antes de irme, no sabes cuánto daría por poder hablar contigo", escribía la exsuperviviente en su blog.
Sin embargo, no todo los sentimientos que afloraron tras la llamada de Isabel Pantoja fueron buenos. "La empleada del hogar" a la que ella hacía referencia y a la que puso verde como la hierba, Dulce Delapiedra, no tardó en arremeter contra la tonadillera y en desmentir todo lo que dijo. "Me he entregado en cuerpo y alma las 24 horas al día por todos, y me lo han pagado fatal. Treinta años cobrando una mierda, entregada en cuerpo y alma", reclamaba. Además, la niñera eterna avisa de que no le temblará el pulso a la hora de sacar todos los trapos sucios del clan si la cantante llega a denunciarla, tal y cómo amenazó durante su intervención en el magazine. "Yo tengo más derecho a denunciarla, que no lo he hecho por su hija. Que se calle de demandas porque no se atreve a demandarme, porque si no lo va a tener bien complicado. Que se atreva a demandarme, que entonces estalla todo", advirtió muy enfadada.
Y de nuevo, se hizo el silencio
Los días iban pasando después de la llamada y todo el mundo estaba expectante por saber si Isabel Pantoja volvería a dar señales de vida. El miércoles 19 de septiembre, 'El programa de Ana Rosa' confirmó que la tonadillera volvería a exponerse a los flashes de las cámaras justo cuando pasara una semana de su polémica llamada para inaugurar una fábrica de cosméticos en Valencia. Entre otras cosas, se reveló que la cantante cobraría más de 100.000 euros por acercarse hasta la capital del Turia a cortar una cuerda, una cifra desorbitada que daba a entender que ofrecería algún nuevo titular a cambio de semejante pastizal.
Pues no. Muchos "dientes, dientes" pero pocas palabras salieron de la boca de Pantoja, que se limitó a sonreír, a rezar y a mostrarse agradecida a los organizadores del evento que la invitaron. Así, parece que la tonadillera ha vuelto a las andadas y que ya dijo todo lo que tenía que decir aquel 14 de septiembre que revolucionó los pasillos de Mediaset, pero todavía le quedan cuentas pendientes con su hija que tarde o temprano tendrá que solucionar, ya sea en privado o ante una cámara de televisión. En cualquier caso, ojalá que no haya que esperar otros 2420 'Sálvames' para que la cantante vuelva a dejarse llevar y a decir todo lo que le pasa por la cabeza sin miedo al qué dirán.