David Ibbotson pilotó el avión sin que este tuviera licencia para transportar pasajeros. Además, este no tenía licencia para hacer vuelos comerciales y decidió continuar con el viaje programado pese a la importante tormenta de invierno que estaba pronosticada y en la que él mismo admitió no estar preparado para pilotar.
Debido a todos esas imprudencias cometidas por el piloto el avión acabó a 30 metros de profundidad en el Canal de la Mancha. Durante los 15 minutos previos al accidente, el piloto realizó 4 descensos bruscos por la falta de visibilidad que tenía. El último contacto que se tuvo con el avión fue cuando el piloto solicitó el último descenso que intentó salvar del impacto contra el agua pero finalmente no lo consiguió.
El avión se rompió en tres partes
Tal y como revela el informe, el avión fue destruido debido al impacto de la caída contra el mar y acabó separado en tres partes: "A través de las imágenes de vídeo fue posible establecer que la nave estaba severamente dañada y que el cuerpo principal estaba partido en tres partes que se mantenían unidas a través de los cables eléctricos y de vuelo". En el interior de los restos se encontró y recuperó el 6 de febrero el cuerpo sin vida de Emiliano Sala mientras que David Ibbotson aún está desaparecido.