Pese a que llevaba una vida desahogada, se ha podio saber que vivía de alquiler y que también alquilaba los quirófanos en los que operaba.
Edwin Arrieta tenía una vida más que desahogada antes de que Daniel Sancho acaba con su via en su viaje a Tailandia. El cirujano había cumplido un sueño al dedicarse a lo que siempre había querido, realizaba operaciones estéticas no solo en su país, Colombia, sino también en Chile, y tenía pensado expandir sus negocios a España. Sin embargo, tras su fallecimiento apenas ha dejado propiedades.
Se sabe que vendió un chalet que tenía en su país natal para comprar un piso a su única hermana, tenía un coche de la marca Mercedes que sí era suyo, pero la casa en la que residía al norte de Montería era de alquiler, algo que llama bastante la atención. Tampoco tenía clínica propia, sino que alquilaba un quirófano para intervenir a sus pacientes, una práctica habitual en dicho negocio. Más allá de sus intenciones de mudarse a España, en concreto a Barcelona, tenía pendiente una cosa más, aunque para ello debía ahorrar. "Cuando tuviera la plata, le compraría una finquita a su padre", han contado fuentes cercanas a El Mundo. "Le regaló un piso en su Lorica natal hace unos meses, después de vender su chalet de recreo en una playa de Córdoba. No creo que le dieran más de 400 millones de pesos (90.000 euros)", ha dicho esta persona cercana sobre lo que hizo para comprarle una casa a su hermana.
Y es que hay que tener en cuenta que las cantidades nada tienen que ver con las de España, así que a juzgar por sus movimientos de dinero, parece que no era tan rico como se ha llegado a decir, lo que desmontaría el móvil de Daniel Sancho para asesinarle. Se dijo que el cirujano le pagaba una enorme cantidad de dinero al año y que iba a invertir en sus negocios de hostelería, pero si no tenía tanto dinero, no se explica. Algunas cosas en duda
El dinero que tenía ahorrado había pensado en invertirlo en los negocios culinarios de Daniel Sancho, y es que él había asegurado que tenía una hamburguesería en una céntrica zona de Madrid, empresa que ha intentado desvincularse de él por completo. También su padre, Rodolfo Sancho, presumió de los negocios de su hijo, pero al parecer no era propietario de lo que decía poseer.