Hilaria Baldwin se ha sincerado por primera vez en su nuevo libro llamado 'The Living Clearly Method'. En él, la instructora de yoga y madre de tres hijos, ha hablado sobre la anorexia y la bulimia que ha padecido a lo largo de muchos años. También ha hablado de como fue su larga recuperación y de como le va estos últimos años.
La mujer de Alec Baldwin comienza explicando al principio del libro como descubrió su amor por el baile de salón latino cuando era una adolescente. Poco a poco, esa época tan bonita acabó convirtiéndose en una pesadilla, ya que empezaron a llegar los trastornos de alimentación. "Sin darme cuenta, empecé a alejarme de la relación lúdica con el movimiento que había disfrutado cuando era un niño pequeño y a meterme en una dinámica diferente y más oscura: empujé mi cuerpo hasta sus límites y le ordené a que lo realizara a través del dolor y la fatiga ".
Cuando comenzó los estudios en la Universidad de Nueva York, su cuerpo ya había llegado a su límite. "Un larga lucha a fuego lento con la anorexia y la bulimia comenzó a mantenerme firmemente en control. Mis uñas eran débiles, mi pelo se estaba cayendo, mi periodo había desaparecido en combate y mi energía se había desvanecido. Estaba miserable y desesperada por sentirme mejor".Por fortuna para ella, descubrió el yoga, que fue realmente lo que le ayudó a salir de aquella pesadilla. Primero lo utilizaba para reducir el estrés y finalmente se ha convertido en toda una instructora de yoga e incluso ha abierto su propio estudio. "Ojalá pudiera decir que fue una navegación fluida desde un punto, pero a veces las cosas tienen que empeorar mucho para que mejoren. Incluso mientras ayudaba a otros, todavía no escuchaba mi cuerpo. Los días eran extraordinariamente largos, se convirtieron en mi realidad; saltarse las comidas era parte del transcurso ".
Consiguió el equilibrio
Una mala caída que provocó un intenso dolor en la cadera, provocaron una lenta recuperación que hizo que la actriz poco a poco saliera del bache en el que se había metido. "Mi año de recuperación resulto ser un año de despertar, en el que sane mi lucha por comer durante dos décadas y comencé a sentirme bien. Empecé a encontrar placer en participar plenamente en todo el proceso de comer, en lugar de echarlo o evitarlo. Los equilibrios que habían estado allí durante gran parte de mi vida volvieron a equilibrarse, y por eso me sentí cien veces mejor".