Una rubia de alta cuna
Bisnieta de figura tan ilustre, Gunilla decidió seguir los pasos de su familia y estudió Ciencias Políticas e Historia en la Sorbona de París. Sin embargo, nunca llegaría a ejercer. También pasó parte de su época estudiantil en Estocolmo, donde coincidió en las aulas con el Rey Carlos Gustavo de Suecia. A partir de ese momento surgió una amistad entre ellos que se mantuvo en el tiempo, de hecho, la Reina Silvia de Suecia es la madrina del único hijo de Gunilla.
Marbella: su paraíso terrenal
Gracias a sus 30 kilómetros de playa y a su clima mediterráneo, Marbella vivió una increíble transformación durante finales de los años 50 y sobre todo durante los 60 gracias al desarrollo turístico. Se crearon urbanizaciones y selectos clubs. Apellidos como los Hohenlohe, los Rothschild o los Thyssen hicieron acto de presencia y la ciudad comenzó a brillar por sí sola.
En los años 70 y 80 Marbella ya era el destino turístico por excelencia para los amantes del lujo y la buena vida. Personajes de la talla de Jaime de Mora y Aragón (hermano de la Reina Fabiola de Bélgica), Alfonso de Hohenlohe, Lola Flores, Sean Connery, Grace de Mónaco... acaparaban la vida social y se convertían en protagonistas de las mejores fiestas que se recuerdan en España. "Dormíamos todo el día y estábamos bailando hasta el amanecer", reconoce Bismarck.
Gunilla, por supuesto, formaba parte de ese selecto grupo. Era una chica tímida que a los 14 años se dio cuenta de que para triunfar tendría que cambiar de actitud. A los pocos años ya se adentró de lleno en el "mundo del ruido", como ella lo llama. Su melena rubio platino, su esbelta figura báltica, sus ojos azules y su eterna piel morena se convirtieron en sus señas de identidad. Había nacido una estrella.
Luis Ortiz: el amor de su vida
En una de esas famosas fiestas conoció a Luis Ortiz Moreno, un chico de familia bien pero con fama de playboy y que no hablaba ni pizca de inglés. Gunilla no hablaba ni pizca de español. ¿Cómo se entendieron? Nadie lo sabe, pero el caso es que fue un flechazo en toda regla: "Nada más verle me encantó cómo caminaba, cómo se movía, cómo bailaba, su pelo, sus ojos... Todo. Estaba lleno de vida y eso fue lo que me enamoró".
La pareja contrajo matrimonio el 6 de octubre de 1974 en el Castillo de Friedrichsruh, residencia familiar de los Bismarck. Las malas lenguas dijeron en su día que la familia de la alemana se opuso a esta unión debido a que no consideraban a Ortiz un buen partido, aunque nunca se ha podido confirmar. En cualquier caso, ambas familias eran más parecidas de lo que pensaban: el padre de Gunilla fue (presuntamente) colaborador de Adolf Hitler y el padre de Luis Ortiz ejerció de censor franquista en TVE durante la dictadura.
Él siempre ha dicho que "si no fuera por Gunilla estaría muerto". Ella fue quien encauzó su libertina trayectoria y se convirtió en su compañera de vida y también de fiestas. Pasaron de ir por separado a ser la pareja más solicitada y fotografiada de la noche marbellí. Luis representaba el estilo latino, mientras que Gunilla era la sofisticación europea. La combinación perfecta.
Una combinación perfecta al menos en apariencia, ya que en 1989 sorprendieron al mundo anunciando su divorcio a través de la revista '¡Hola!'. Nadie se lo creyó entonces ni ahora, casi 30 años después. Ambos siguen haciendo una vida privada y pública juntos, como si nada hubiera pasado. Cuando se le pregunta por esta peculiar relación, Gunilla responde: "Digamos que estamos pendientes el uno del otro, pero independientes".
Los tiempos cambian
Marbella siguió siendo durante años un oasis en el que el lujo y la diversión parecían no tener fin. Al menos hasta la llegada de Jesús Gil a la alcaldía de la ciudad en los años 90. Aunque de primeras fue muy bien acogido por la jet-set, rápidamente se vio que sus formas de hacer política y también de hacer negocios no eran lícitas y la senda de corrupción que dejó a su paso acabó por llevarse por delante todo aquello. Las luces de este peculiar teatro viviente se apagaron durante un tiempo y Marbella ya nunca volvería a ser lo mismo.
Mientras tanto... ¿qué fue de Gunilla? Vive a caballo entre Suiza, Berlín y Marbella, donde todavía sigue pasando seis semanas al año. Continúa acudiendo a fiestas, pero reconoce que ya no es lo mismo: "Los que hicieron esta ciudad conocida ya no están. Ahora hay gente guapa, pero no tienen ese carisma".
Ya no toma el sol, pero su melena rubia y su cuerpo siguen intactos ¿Su truco? "Hago una balanza: como todo lo que quiero un día y al día siguiente estoy a fruta". Gunilla prefiere ahora vivir dedicada a sus mascotas (cinco perros, tres cerdos vietnamitas y un conejo) y a sus nietos, los dos hijos que Francisco Ortiz Bismarck ha tenido con su mujer Elisabet Dutú. Eso sí, todavía no ha aparecido ninguna digna sustituta para la que por siempre será 'Reina de Marbella'.