Gisela ha estado luchando durante años para cumplir su sueño de quedarse embarazada y ser mamá. La cantante ha estado cinco años hasta que lo ha conseguido, y será en abril de 2024 cuando nacerá su primer hijo junto a José Ángel Ortega, su pareja. Pese a la ilusión que le hace ser mamá, lo ha pasado bastante tanto antes como durante el embarazo.
Primero sufrió dos abortos y tuvo que buscar otras alternativas con el fin de quedarse embarazada, tal y como ella misma ha contado, diciendo que ha sido un auténtico 'calvario'. "Con la edad, un aborto significa también todo un proceso de recuperación. Tienes que esperar, tu cuerpo tiene que restablecerse, y se nos echaba el tiempo encima", contó.
Tras un proceso de fecundación in vitro la cantante consiguió quedarse embarazada, pero el camino no ha sido nada fácil. Al mes y medio de enterarse, Gisela sufrió un desprendimiento del saco gestacional y se convirtió en un momento de crisis tanto para ella como para su pareja, es más, ella sintió que colapsó y no sabía ni qué pensar. Estuvo en reposo absoluto y tras dos meses en la cama, su embarazo pudo estabilizarse.
Pero no tenía todas consigo, porque en el quinto mes de gestación volvió a llevarse un terrible susto por el que terminó siendo ingresada. La artista tenía una piedra en el riñón, algo que le obligó ser ingresada de urgencia en el hospital. Gisela hizo saber a través de su redes sociales que estaba cansada de no tener una semana tranquila, haciendo hincapié en que las hormonas del embarazo tampoco ayudan a que esté estable mentalmente. Pese a que todo quedó en un susto, ahora ha reflexionado sobre lo duro que le está resultando la gestación, haciendo saber que le resultado muy complicado disfrutar del proceso.
Una intranquilidad constante
"Por un lado agradecida de tener a mi familia, gente que no es familia pero como si lo fueran", ha empezado diciendo en un vídeo que ha compartido en sus redes sociales con motivo de la Navidad. Pese a estar feliz porque el embarazo va adelante, ha explicado que es muy duro y que no puede disfrutarlo plenamente, diciendo: "Me está costando". Intenta mostrarse optimista, e incluso ha vuelto al trabajo, pero tiene esa sensación continua de miedo y no es fácil ignorarla.