Como ya se conocía, la actriz de 'Mujeres desesperadas' pagó una cantidad de 15.000 dólares a Key Worldwide Foundation (KWF), la que según los fiscales es una organización para esconder pagos sin ánimo de lucro. Las pruebas señalan que esta organización, dirigida por William Rick Singer, facilitó los datos de la hija de Huffman para que no tuviera que presentarse al SAT, las pruebas de admisión universitaria estadounidenses. Posteriormente Singer colocó a un supervisor de su influencia para que corrigiera el examen de la hija de la actriz.
La intérprete admitió de esta forma su culpabilidad ante los tribunales y ahora tiene prohibido postularse para cargos oficiales y poseer armas de fuego. Los delitos a los que se enfrenta, fraude, conspiración y lavado de dinero, están penados con hasta 20 años de cárcel pero los jueces aún deben consultar esta acusación. Los fiscales, sin embargo, recomiendan que reciba una pena de entre 4 y 10 meses de prisión, 12 meses de libertad supervisada y el pago de una multa de 20.000 dólares. La actriz recibirá la sentencia final el 13 de septiembre.
Huffman acepta las consecuencias
El 13 de marzo de 2019 salió a la luz la acusación de Felicity Huffman, quien se declaró culpable públicamente del soborno. Ese mismo día la actriz fue arrestada pero también puesta en libertad tras pagar una fianza de 250.000 dólares. "Reconozco mi culpabilidad con gran lamento y vergüenza. Aceptaré las consecuencias de mis acciones", declaraba. Huffman además lamentaba el dolor que le ha causado a su hija y su familia y pedía perdón a todos los estudiantes que se esfuerzan cada día en el instituto y a sus padres que hacen increíbles sacrificios para apoyar a sus hijos desde la honestidad.
La actriz Lori Loughlin también está implicada en lo que la Fiscalía de Estados Unidos considera el caso de corrupción estudiantil más grave de todos los tiempos en el país. Loughlin, quien aún no se ha declarado culpable, también mintió sobre el SAT junto a medio centenar de padres que en total han pagado cerca de 25 millones de dólares en sobornos. El objetivo de estos pagos sin ánimo de lucro era colocar de forma directa a sus hijos en las universidades más prestigiosas de Estados Unidos, como Yale, Standford o Georgetown. El fraude se descubrió gracias a la existencia de testigos, correos electrónicos, llamadas telefónicas y cuentas bancarias.