No están siendo unos días muy fáciles para la familia de María de Villota. Cuando parecía que la piloto de Fórmula 1 no podía estar mejor, a pesar del accidente que sufrió en 2012, la tragedia volvía a alcanzarla, falleciendo a los 33 años en un hotel de Sevilla por causas naturales derivadas de su accidente.
Los restos de la piloto han sido incinerados en el cementerio de San Fernando de Sevilla, donde se ha realizado un acto íntimo para la familia y los amigos más cercanos de María de Villota. Pocas personalidades formaron parte de esta pequeña ceremonia, el adiós más personal a la deportista, antes de que sus restos mortales sean trasladados a Madrid.
Las cenizas María de Villota serán enterradas en la capital, de nuevo en un acto íntimo con los familiares. "Tenía que ir al cielo, como todos los ángeles. Doy gracias a Dios por el año y medio de más que la dejó entre nosotros ", con estas enternecedoras palabras se despedían los seres queridos de la piloto de Fórmula 1.
Una vida llena de planes
A pesar de que el accidente que sufrió realizando pruebas en Duxford, por el que perdió un ojo, María de Villota se había convertido en todo un ejemplo de superación. De hecho, la deportista se encontraba en Sevilla para formar parte del congreso 'Lo que de verdad importa', y días después habría presentado su autobiografía 'La vida es un regalo'. Un triste e inesperado punto y final para una mujer que nunca se dio por vencida.