El cantante cuenta en una entrevista para Vanitatis que empezó en el instituto con un grupo de amigos con los que cantaba. Después de sacarse la EGB, comenzó a estudiar para ser electricista, pero en los dos años que estuvo estudiando decidió que su pasión era la música, ya que su primer concierto delante de la gente fue en ese colegio.
En cuanto al amor reconoce que siempre ha sido muy enamoradizo y confiesa entre risas: "Cuando era pequeño me enamoraba como el ibuprofeno, cada ocho horas". En cuanto a su pareja actual, Lola, cuenta: "Nos enamoramos muy a fuego lento, nos hicimos amigos de verdad, ella conoció mi carácter de verdad, añejo. Me ayudó a ordenar mi vida". Reconoce ser bastante celoso con su mujer porque, al pertenecer a la industria musical, sabe lo que suele ocurrir y no le gusta.
En su charla no ha podido faltar el tema de Chenoa, con la que tan solo mantuvo tres meses de relación pero muy intensos. Comenta que tras su colaboración en la canción 'Yo no quiero problemas' saltó la chispa pero reconoce que él no había olvidado su relación anterior. "Fuimos grandísimos amigos y eso se multiplicó por los medios. Al estar solteros ocurrió algo más, pero no para llevarlo al extremo que se llevó", explica el cantante. Tras la ruptura reconoce que lo pasó muy mal: "Caí en una depresión. Volví con mi pareja pero al final el que se quedó solo fui yo".
Su gran amor, su hijo
La elaboración de este disco ha coincidido con el nacimiento de su hijo Leo y eso ha sido algo único: "Hasta que no eres padre no conoces el amor en su máxima expresión. El artista se vuelve muy narcisista, entra en una bipolaridad de carácter pero al ser padre se me han quitado un montón de tonterías de encima". Sin lugar a dudas, la llegada del pequeño fue una gran alegría para David de María que, por el momento, no le puede pedir más a la vida.