Concha Velasco está acostumbrada a reír y llorar, a disfrutar y a sufrir. Es una mujer que vive todo lo que le ocurre con intensidad, lo que traslada al escenario o al set de rodaje, siendo una de las mejores actrices que ha dado España.
Cuando parecía que estaba recuperada sufrió una hernia que le hizo volver a ser intervenida. La actriz tuvo que estar en la Unidad de Cuidados Intensivos, muy delicada y debilitada, aunque lo peor estaba por llegar tras ser operada nuevamente, esta vez de la vesícula. Los médicos encontraron algo raro tras unas pruebas, y el diagnóstico no podía ser más demoledor: linfoma.
La actriz no se rindió y aunque al principio se vino abajo, logró encontrar fuerzas para salir adelante. La operación fue un éxito y no tardó en recuperarse. Pese a que tenía miedo de no poder trabajar, en agosto comenzó los ensayos de la obra de teatro 'Olivia y Eugenio', que tras su paso por Zaragoza llegó a Madrid con éxito y una Concha Velasco renovada, renacida y con ganas de vivir, aunque consciente de que no podía abusar de su cuerpo como había hecho antes.
Mamá, quiero ser artista
Concepción Velasco Varona nació en Valladolid el 29 de noviembre de 1939. Hija de militar y maestra, vivió con sus padres y su hermano Manuel en Marruecos hasta los 10 años. Poco después confesó que 'quería ser artista', decisión que sus padres respetaron y apoyaron. Su carrera comenzó como bailarina, un primer paso hasta lanzarse de lleno a la interpretación.
Gracias al cine ha sido "una de las mujeres más felices que conozco", ha señalado la actriz, y no es para menos, pues el cine español no podría entenderse sin la figura de Concha Velasco, que ha intervenido en más de 80 películas, entre las que se encuentran 'La Reina Mora' (1954), 'Las chicas de la Cruz Roja' (1958), 'La verbena de la Paloma' (1963), 'Historias de la televisión' (1965), de donde salió 'La chica ye-ye', 'Las que tienen que servir' (1967), 'La decente' (1974), 'La colmena' (1982), 'Más allá del jardín' (1996) y 'Bienvenido a casa' (2006), entre otras.
Por su extensa filmografía ha trabajado con lo más granado del séptimo arte, ha besado "a los más guapos (y a los más feos también)", ha llegado a lo más alto e incluso se ha atrevido a "decir no a Pedro Almodóvar", que le ofreció un papel en '¡Qué he hecho yo para merecer esto!' que tuvo que rechazar porque estaba haciendo 'Mata-Hari' de Adolfo Marsillach. Ella se puede permitir rechazar a Almodóvar, que por cierto ya no ha vuelto a contar con ella.
De éxito en éxito
El teatro ha tenido en Concha a una de sus actrices más prolíficas. Sobre las tablas ha interpretado 'Don Juan Tenorio' y 'Las cítaras colgadas de los árboles', una obra que le marcó profundamente, pero no tanto como 'Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipciaca', donde conoció a Paco Marsó, su gran amor y su perdición.
'Santa Teresa de Jesús', 'Filomena Marturano', 'La rosa tatuada', 'La truhana', 'Carmen, Carmen', 'Mamá, quiero ser artista', 'Hello, Dolly', 'La vida por delante' y 'Yo lo que quiero es bailar', 'Hécuba', que tuvo que abandonar al ponerse mala y 'Olivia y Eugenia', la que ahora representa.
La televisión le gusta, y le ha tratado bien. En este medio se ha desenvuelto sobre todo en los últimos años de su carrera. Tras un parón obligado por su enfermedad pudo regresar a 'Cine de Barrio'. Anteriormente estuvo en la serie 'Gran Hotel', donde interpretó a Doña Ángela, la gobernanta, un papel en el que bien pudo inspirarse en Aurora Acosta de 'Motivos Personales', o en la inolvidable Carmen Orozco de 'Herederos'. Son sin duda estos papeles los más importante de Velasco en la televisión estos años. También ha ejercido como presentadora de programas como 'Querida Concha' y 'Sorpresa, sorpresa' y se metió en la piel de Santa Teresa para realizar 'Teresa de Jesús'.
Tiene la casa llena de premios, tantos que ha tenido que pensar mucho dónde colocar el Goya de Honor que recibió en 2013, el único galardón que se le resistía. También cuenta con Fotogramas de Plata, Premios Iris, Premios de la Unión de Actores, un Ondas, un Max de Teatro, la Antena de Oro, así como un Premio Ceres y un Premio Emérita Augusta, los últimos que ha recibido, demostrando así que también es querida por la crítica.
Su nieto Samuel, el hombre de su vida
Concha Velasco está enamorada de la interpretación, pero aún más de lo mejor que ha hecho en su vida, sus hijos, Manolo y Paco. El primero de ellos lo tuvo de soltera, mientras que el segundo nació fruto de su turbulento matrimonio con Paco Marsó, con quien se casó en 1976 y que aportó una hija a la pareja. Paco fue el hombre de su vida, para lo bueno y para lo malo.
Tras un inestable matrimonio marcado por las deudas y las crisis, se separaron en 2005. En mayo de 2010 llegó el divorcio, un gran alivio que pudieron disfrutar por poco tiempo, ya que en noviembre de ese mismo año un derrame cerebral acababa con la vida de Paco Marsó.
Concha Velasco quedó devastada, pues pese a lo harta que acabó del padre de su hijo y el que fue su marido durante tres décadas, eran muchos los recuerdos buenos que atesoraba, además, sus hijos, su gran tesoro, lo pasaron muy mal.
La desaparición de su exmarido le hizo caer en un pozo de tristeza muy grande, pero afortunadamente se recuperó, se le quitaron las ganas de jubilarse que le habían asaltado y se volcó en su trabajo, que tantas satisfacciones le ha dado a ella y al público y en el hombre de su vida, su nieto Samuel, nacido en 2008. Ahora, con salud restablecida y los 75 años cumplidos, hay Concha para rato.