De hecho, Teigen llegó a comparar el estar cocinando con una especie de "tortura" que no podía soportar. "Lo sentía como si fuera un trabajo más, y yo quiero estar emocionada cuando estoy en la cocina. Yo cocino porque me encanta la comida y me encanta comer. Me hace feliz servir a las personas. Y cuando no me sentía así, era como una tortura", apuntó a la publicación.
Pero no solo eso, sino que la depresión de Teigen llegó a ser tan fuerte que no tenia ganas ni de salir a la calle, pasándose las horas muertas en el sillón del salón con todo cerrado. "Le preguntaba a la gente que por qué estaban mojados. ¿Estaba lloviendo? Y yo qué sabía, tenía todas las persianas bajadas. La mayoría de los días los pasé exactamente en el mismo lugar, en el sofá, y rara vez reunía la energía necesaria para subir a la cama. John dormiría en el sofá conmigo, a veces cuatro noches seguidas. Lloramos juntos muchas veces", lamentó.
Completamente recuperada
Por fortuna, Teigen sacó las fuerzas para pedir ayuda profesional y, después de un poco de terapia y unos cuantos antidepresivos, la exmodelo volvió a ser la misma de siempre. Así, recuperó su pasión por la cocina y rápidamente se puso en los fogones para deleitar a sus coemensales con algún suculento plato. "Fue como andar en bicicleta. Fue como si nunca hubiera pasado nada", celebró.