Por desgracia las cosas no salieron como él esperaba y el toro le embistió provocándole un problema en la bolsa testicular, una zona muy escandalosa pues sale mucha sangre. Rápidamente fue trasladado en una ambulancia medicalizada hasta un hospital de Ciudad Real donde le intervinieron de urgencia después de haberle realizado una primera cura en dicha ambulancia.
En un primer momento pareció más grave de lo que era y la propia Teresa Rivera, su madre, no viajó hasta el lugar porque fue algo leve. La que no se separó de su lado fue Isabel Márquez, su novia, quien viajó en su coche para estar a su lado tras la cogida. Ahora, el torero ya puede volver a casa para recuperarse del todo y ha sido dado de alta, de donde se ha marchado acompañado por ella y el equipo sanitario.
El torero ha atendido a los medios que se encontraban allí: "Bien, muy bien, gracias a dios todo ya organizado, dolorido, pero bien, el susto ha sido terrible, pero estas cosas cuando uno se viste de torero, pasan", decía. "Yo cuando me vi boca abajo pensé 'empezamos otra vez', pero no se te vienen cosas a la cabeza y como entras en esa concentración pues lo que intentas es solventarlo lo mejor posible, pero se hace lo que se puede".
Sonriente pero teniendo que recuperarse
La prensa esperaba para ver la salida de Canales Rivera tras la cogida que ha sufrido, quien abandonaba el hospital sentado en una silla de ruedas pero bastante sonriente. En un primer momento, la silla era empujada por una sanitaria pero, antes de llegar al coche, era Isabel Márquez la que empujaba su silla demostrando que ha estado a su lado en todo momento. Precisamente para ellas también ha tenido palabras: "Deciros que Isabel... si el campeón soy yo, ella no os quiero ni contar, ha estado las 48 horas a mi lado y cuidándome, haciéndomelo todo lo más fácil posible".
Además, Canales Rivera ha comentado que ha recibido muchas llamadas: "He recibido llamadas y mensajes de todos, no he abierto ni el teléfono porque ayer estaba con un dolor de cabeza tremendo. Isabel sí ha hablado con Kiko y Caye, además de con muchísimos compañeros de trabajo. Contento de que estén pendientes. El torero estaba sonriente aunque se le veía aquejado de algún dolor a la hora de meterse en el coche. Sin duda alguna, se ha tratado de un gran susto tanto para él como para toda su familia pero no desconocido, pues ya están acostumbrados a las cornadas que se pueden sufrir cuando se vive de esta profesión y que, en otras ocasiones, ya ha sufrido".