Natalia Figueroa es conocida mayoritariamente por ser la mujer de Raphael, uno de los iconos de la canción no solo en España, sino también en el extranjero. Junto a ella, el cantante no ha dudado en posar en público, de la misma forma que sus hijos lo hacen por las redes sociales, pero lo que no todo el mundo sabe es que lejos de ser 'la mujer de', Natalia Figueroa es un nombre propio dentro del periodismo y la aristocracia española.
Periodista de vocación
Nació en San Sebastián dentro de una familia de la alta sociedad en 1939. Es hija de María Gamboa Moreno y Agustín de Figueroa, el que fuera Marqués de Santo Floro, y nieta del Conde de Romanones, máximo representante de una de las familias más importantes e influyentes de la nobleza europea. No obstante, su privilegiada posición le pasaría factura años después, cuando precisamente su familia fuera el principal obstáculo para afianzar su romance con el intérprete de 'Mi gran noche'. Fuera como fuere, y lejos de las intrigas familiares, cuando Figueroa apenas era una adolescente, mostró especial interés por el ámbito de la comunicación, una inquietud que terminó satisfaciendo gracias a sus estudios de periodismo.
Fue entonces cuando entró a formar parte de la plantilla de Televisión Española, donde encabezaría numerosos programas hasta convertirse en uno de los rostros habituales de la pequeña pantalla española allá por la década de los sesenta. Entre sus éxitos profesionales destacan su labor como presentadora de 'Luz verde', así como de algunas de las entregas de 'Por los caminos de España'. Desde aquel momento pasaría a codearse con lo más exquisito de la actualidad nacional, como Antonio Gala, e internacional, como Howard Sackler.
A pesar de que su romance con el cantante saliera a la luz siendo todavía una cara habitual para miles de espectadores, ella siguió ejerciendo la que había sido su pasión desde joven. Sin embargo, con el tiempo fue retirándose del plano mediático y ya su labor profesional quedó reducida a pequeñas colaboraciones en reconocidos diarios de tirada nacional, así como de la mano de María Teresa Campos durante el tiempo que esta presentó el programa 'La tarde de Cope', y a la escritura de libros. Y es que, la periodista también ha hecho sus pinitos como autora de novelas y entre las cuales destacan 'Tipos de ahora mismo', 'Palabras nuevas' o '¿Y mañana qué?.
Grande de España
A pesar de que el foco de su relación con Raphael esté constantemente puesto en el cantante y que quizás sean los más jóvenes los que piensen que es él la figura importante y que mayor fortuna acumula del matrimonio, Natalia Figueroa no se queda atrás. Pasó de ser la nieta del mismísimo Conde de Romanones a convertirse en Marquesa de Santo Floro, aunque lo cierto es que lograr el título nobiliario de la familia no fue nada fácil.
Tuvo que esperar hasta el 2006, cuando el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero aprobó la ley que reconocía la igualdad de sexos a la hora de heredar los títulos familiares. Y es que, aunque Natalia Figueroa fuera la segunda de tres hermanos, el temprano fallecimiento de la primera la convirtió en la primogénita del entonces Marqués de Santo Floro. Sin embargo, la legislación de entonces no permitía a las mujeres heredar tales reconocimientos, lo que la llevó a mantener una prolongada lucha con su hermano pequeño que reclamaba para sí el Marquesado.
Ahora bien, este no sería el único trance complicado al que la mujer de Raphael tuvo que hacer frente por su condición familiar, sino que precisamente su entorno fue el que obstaculizó su romance con el artista. Y es que, hubo quienes pensaron que el entonces ya afamado cantante solo era uno más de la larga lista de hombres que pretendían a la joven noble adinerada. Aunque inicialmente el Marqués se mostrara reticente a la relación, finalmente fue el propio Raphael quien logró convencerle de que sus intenciones eran totalmente honestas y de que algún día ambos se casarían.
Una boda sorpresa con final feliz
Y así fue, el 14 de julio de 1972, la pareja contrajo matrimonio en la pintoresca e idílica Venecia bajo un secretismo absoluto que desafortunadamente no pudieron mantener hasta el final. Los invitados fueron informados de que debían estar en el aeropuerto a una determinada hora y lo cierto es que no fueron conocedores del destino hasta que no aterrizaron en la ciudad de los canales. Raphael y Natalia Figueroa, que siempre han querido mantener un perfil discreto en lo que respecta a su vida personal, pusieron todos los medios para evitar la cobertura mediática de su boda, pero no lo consiguieron.
De este modo, al día siguiente del enlace las principales revistas del país abrieron con la espectacular boda de la estrella de la canción y la hija del Marqués revolucionando el panorama mediático. Desde entonces, el matrimonio ha permanecido junto y, aunque su vida en común ha tenido sus altibajos, han sabido reponerse y formar una de las familias más unidas y estables del ámbito de sociedad. Raphael y Natalia Figueroa son padres de tres hijos: Jacobo, Alejandra y Manuel Martos, todos ellos ligados al mundo artístico.
El primero trabaja en la trastienda del cine y la industria audiovisual, donde conoció a la que fue su mujer durante más de una década y madre de sus hijos, la actriz Toni Acosta. Por su parte, Alejandra, la más discreta de los tres, trabaja como restauradora de arte en el Museo Thyssen y está casada con Álvaro de Arenzana, con quien además tiene dos hijos. Manuel Martos puede que sea el hijo más conocido del cantante y la aristócrata, ya que tras su participación como jurado de 'OT 2017' y 'OT 2018', se dio a conocer al gran público. No obstante, su recorrido en la industria discográfica viene de largo y de hecho ha sido el responsable de que figuras como David Bisbal o Pablo López hayan llegado a lo más alto. Está casado con Amelia Bono, hija del ex Ministro José Bono, con quien además ha sido padre hasta en cuatro ocasiones.
Ahora bien, aunque el nacimiento de sus hijos y el de su amplia tropa de nietos hayan sido probablemente los momentos más felices de Natalia Figueroa, durante su matrimonio con el cantante también ha debido afrontar otros episodios más duros. El primero de ellos fue en 1979, cuando unos encapuchados no solo entraron en su hogar de Boadilla del Monte (Madrid) y lo desvalijaron, sino que además se la llevaron a ella secuestrada durante unas horas obligándola a llevarles hasta el domicilio de su abuela, la entonces viuda del Conde de Romanones. Afortunadamente, los ladrones decidieron soltarla y horas más tarde era abandonada en la zona sin sufrir daños importantes.
Superado ya ese momento de incertidumbre, en 2003 caía como un jarro de agua fría para la familia la noticia de que el cantante necesitaba un trasplante de hígado, como consecuencia de la cirrosis que padecía. El origen de su afección estaría en una hepatitis no curada del todo que Raphael sufrió en los ochenta, pero su adicción a la bebida agravó la situación hasta el punto de necesitar el reemplazo del hígado. Y en estos duros momentos, Natalia Figueroa fue el mejor apoyo para el cantante, quien durante meses evitaba regresar a casa para que su mujer no le viera perjudicado y no se diera cuenta de su problema. Afortunadamente, esta situación tuvo su feliz desenlace y su relación salió aún más reforzada, si cabe. "Natalia es una forma de vida", confesó el cantante a Susanna Griso durante una entrevista, dando muestra del respeto y el cariño que hay entre ambos.