Arantxa Sánchez Vicario está empezando a poner solución a parte de los problemas legales que la persiguen desde hace un tiempo. Pese a haber asegurando que no se podía hacer cargo de ellos por no tener "ni un euro", ahora la tenista ha abonado parte de su deuda en un juzgado de Barcelona.
Un banco de Luxemburgo interpuso una demanda contra la campeona de Roland Garros alegando que tenía, junto a su marido Josep Santana, una deuda con dicha entidad por más de siete millones y medio de euros. La titular del juzgado de instrucción Número 4 de Barcelona no decidió mandar a Vicario a prisión por este delito, considerando que no hay riesgo de fuga, ya que el ingreso de la cárcel se decreta para aquellos inculpados que no están localizables o incluya también delitos violentos que pongan en peligro a su propio entorno.
Fue el medio Informalia el que ha podido saber en primicia que la tenista habría hecho un depósito de 250.000 euros en un juzgado de Barcelona para empezar a saldar la deuda que tiene pendiente y así demostrar su voluntad de pagar lo que debe. Esta noticia sorprendió mucho ya que la tenista había comentado anteriormente que su situación económica era muy complicada ya que no tenía dinero. Esto había ocurrido porque era su marido el que llevaba todas las finanzas y, al empezar con los trámites de divorcio, le había dejado sin nada.
Se cree que la milagrosa recuperación económica de la española sería gracias a algunos trabajos que ha estado realizando últimamente como comentarista de partidos de tenis en diversos canales de televisión así como en varias tertulias deportivas. Además, también se comenta que su hermano Emilio podría haber hecho alguna aportación económica para el pago de la deuda.
El dinero en abogados
Además de que su marido la habría dejado sin nada, según ella ha comentado, también es posible que la haya llevado a bancarrota sus gastos en abogados estando en Miami. La tenista tendría que haberle pagado al abogado que intervino en sus trámites de divorcio más de 160.000 euros. Es que Vicario acudió a uno de los despachos más caros de la ciudad americana, el Maurice J. Kutner, que cobran 700 dólares la hora.