Reconoce que no tenía muy claro qué quería escribir cuando le surgió la oportunidad de hacerlo, pero deseaba hacerlo sobre algo que conociera, y nada mejor que una historia sobre su familia. Empezó con Eufrosine, su trastatarabuela italiana que salió del Piamonte en el siglo XIX en busca de una vida mejor en Argentina, entrelazando su historia con el presente y un pasado más reciente, siempre jugando con el lector con lo que ocurrió de verdad y lo que es producto de su imaginación. Es por eso que no se trata de una biografía, sino de una autoficción.
La historia de Carlos Alberto Slepoy Prada
La novela habla de emigración, algo muy arraigado en su familia de italianos, franceses, argentinos y españoles como española es ella, aunque sea una española que a veces se siente como tal y otras saca su punto más argentino o siente que le tira su sangre italiana. "La familia nos marca más de lo que pensamos. La sangre tira mucho", reconoce Ángela Cremonte.
Aunque no todo es la sangre. Una de las personas que más le han marcado y del que cuenta su verdadera historia, el único del que lo hace y al que no le ha cambiado el nombre, es, era, su padrastro. "Googlead el nombre de Carlos Alberto Slepoy Prada y recobrad la fe en la humanidad", señala la actriz, que recuerda que su padrastro "se dedicó en cuerpo y alma por los derechos humanos y a pelear por la Justicia y que hizo muchas cosas por las víctimas de la dictadura militar argentina y chilena. Yo viví eso en primera línea y para mí eso fue una lección de vida que nunca estaré suficientemente agradecida".
Sobre la justicia universal, o la ausencia de ella, Ángela Cremonte tiene mucho que decir. No comprende la impunidad, como tampoco entiende el silencio de los españoles sobre la guerra civil, la dictadura y la represión. En eso, siente que los argentinos, que sí hablan de ello y han trabajado para que los criminales paguen, llevan ventaja a los españoles.