Ana Obregón por fin ha celebrado la presentación de su libro, 'El chico de las musarañas', después de su regreso a España tras el nacimiento de su nieta Ana Sandra. Un centenar de medios se han dado cita en la capital madrileña para cubrir el evento, en el que primero ha posado en el photocall sin contestar a ninguna pregunta, para después dar paso a una rueda de prensa en la que han intervenido numerosos periodistas. Pese a que en la citación se recalcaba que no iba a hablar de su nieta, ha sido inevitable que le preguntaran sobre su nacimiento, que lo ha ido esquivando como buenamente ha podido.
Nada más entrar se ha podido apreciar que estaba muy emocionada, retorciéndose en su asiento con el fin de poder reprimir las lágrimas, aunque no ha sido posible. Además, antes de contestar a las cuestiones, ha sido reproducido un vídeo con imágenes de su hijo y fragmentos del libro, así como de opiniones de diversos medios.
Después, se ha abierto en canal para contar cómo fue el proceso de escritura y cómo se materializó su idea, pero sobre todo el sueño de su hijo Aless, el de publicar un libro. Entre tanto, ha contado cómo fue su primera toma de contacto con sus editoras, y en ese momento también estaba acompañada por su amiga y representante, Susana Uribarri.
Consciente de que sus palabras podrían crear incredulidad, ha insistido en que lo que le ocurrió en esa reunión fue inexplicable, pero la señal que necesitaba parta empezar a escribir. La presentadora ha comenzado diciendo: " He leído mucho sobre las almas, que son eternas, que el ser humano es energía, y os voy a contar una cosa que me pasó la primera reunión. Llegamos a una comida y empieza a sonar mi móvil y la llamada era de Aless, se lo enseñé a Susana, me puse muy nerviosa ", ha empezado diciendo.
Una llamada inexplicable
Asimismo, ha contado que no sabía cómo podía ser posible, añadiendo: "El teléfono de Aless está apagado, y pensé que era una señal, no es ver para creer, es creer para ver. Eso fue lo que me dio fuerzas, era lo que quería mi hijo ", ha terminado diciendo, así que por eso creyó oportuno que este libro viese la luz. Más allá de eso, nunca supo por qué pudo recibir esa llamada, cuando el teléfono de su hijo llevaba años apagado en un cajón.