Isabel Preysler se ha convertido en la protagonista de numerosas noticias en las últimas semanas después de que se conociera su ruptura con Mario Vargas Llosa. Poco antes de que se supiera que su relación estaba rota tuvo lugar el bautizo de uno de sus nietos, Mateo, fruto del matrimonio de su hija Ana Boyer y del tenista Fernando Verdasco.
Y aunque en el momento de la celebración aún no se sabía que Mario Vargas Llosa había desaparecido de la vida de la socialité, se notó su ausencia y que algo no iba bien. Lo cierto es que tampoco acompañó a Preysler a la boda de Cristina Reyes, su estilista. Ahora su hija Ana Boyer ha contado cómo se encuentra su madre después de la separación, aunque parece que lo está llevando de la mejor manera posible.
"Yo la veo bien, la veo tranquila. Creo que al final, ellos tienen que intentar ser lo más felices posibles y si separarse es lo mejor para ellos ahora, pues es lo que tenían que hacer", ha dicho a la revista ¡Hola!. Lo cierto es que para ella, igual que para el resto de la familia, esta ruptura ha sido una auténtica sorpresa, porque nadie se lo esperaba: " No. No me lo esperaba, pero también, yo estoy casi todo el tiempo fuera, entonces para mí no es fácil, no estoy en el día a día con ellos. No sé exactamente como estaba todo".
Por lo pronto, ya Isabel Preysler había hecho saber que no tiene ninguna nueva ilusión en su vida y que en estos momentos lo que desea en poder disfrutar de su familia, sobre todo de sus nietos, que es lo que le hace más feliz. Ana Boyer además ha contado que es una abuela muy entregada y divertida, y que sus hijos la adoran. También ha contado que la llaman 'lala' y que no quieren separarse de ella.
Más tranquila y menos estricta
"Mi madre está como loca con Miguel y Mateo. Le encanta pasar tiempo con ellos. Miguel no se quiere separar de ella, porque como le consiente tanto...", ha seguido diciendo. Por otro lado, ha hablado sobre cómo ha cambiado su madre al convertirse en abuela: " Como madre era mucho más estricta. Ahora está relajadísima, con todo. Le digo: 'Pero, ¿qué te ha pasado?' Se nota que los niños le sacan siempre una sonrisa, con sus ocurrencias".